Título original: "Daughter of smoke and bone".
Autora: Laini Taylor.
Sinopsis:
Karou es una estudiante de arte de 17 años que vive en Praga. Pero ese no es su único mundo. A veces, Karou desaparece en misteriosos viajes para realizar los encargos de Brimstone, el monstruo quimera que la adoptó al nacer.
Tan misteriosa resulta Karou para sus amigos, como lo es para ella su propia vida: ¿cómo es que ha acabado formando parte de una familia de monstruos quimera? ¿Para qué necesita su padre adoptivo tantos dientes, especialmente de humanos? Y, ¿por qué tiene esa recurrente sensación de vacío, de haber olvidado algo?
De pronto, empiezan a aparecen marcas de manos en las puertas, señal de que la familia de Karou corre grave peligro. Karou tratará de cruzar al mundo quimérico para ayudarles, pero es perseguida por los serafines. Entre ellos se encuentra Akiva, un ángel arrebatadoramente hermoso al que Karou está unida de forma que ni ella misma puede imaginar.
Tan misteriosa resulta Karou para sus amigos, como lo es para ella su propia vida: ¿cómo es que ha acabado formando parte de una familia de monstruos quimera? ¿Para qué necesita su padre adoptivo tantos dientes, especialmente de humanos? Y, ¿por qué tiene esa recurrente sensación de vacío, de haber olvidado algo?
De pronto, empiezan a aparecen marcas de manos en las puertas, señal de que la familia de Karou corre grave peligro. Karou tratará de cruzar al mundo quimérico para ayudarles, pero es perseguida por los serafines. Entre ellos se encuentra Akiva, un ángel arrebatadoramente hermoso al que Karou está unida de forma que ni ella misma puede imaginar.
Opinion personal:
Antes de abrir Hija de humo y hueso quizás pensemos que estamos ante otro ejemplo de romance paranormal juvenil de los que tanto abundan, pero a cada página que dejemos atrás veremos que no es así. Aunque Laini Taylor coge elementos que ya conocíamos, como los ángeles, éstos están muy lejos de la imagen de seres bondadosos y de gran pureza habituales. Como enemigos, la autora recurre a las quimeras, unos seres cuyo cuerpo es una mezcla de partes animales y humanas.
Una guerra necesita combatientes, y los personajes que luchan en ella tienen un carácter fuerte y tenaz.
Karou es una protagonista con garra, de esas chicas de armas tomar dispuestas a patearle el culo a cualquiera que se pase de listo. A pesar de existir demasiados secretos que las quimeras le ha ocultado sobre su propia naturaleza, su corazón les pertenece y es consciente de que haría cualquier cosa por ellos, incluso arriesgar su propia vida en el camino. Sin embargo, a Karou también le gusta ser normal, plasmar sus emociones en su cuaderno de dibujo, acudir a la escuela de arte y disfrutar de toda la normalidad que le ofrece el mundo humano, aunque se sienta sola en él y el vacío esté más presente y sea mucho más acuciante.
En cuanto Akiva, él es el coprotagonista de esta historia, el ángel que irrumpe en la vida de Karou. Este chico es sencillamente encantador. Es de esos personajes que te envuelven en su tela de araña desde su primera aparición, y eres consciente desde entonces que terminarás adorándolo. ¡Y vaya que lo adoro! Akiva es uno de esos personajes torturados que cargan un dolor muy grande a sus espaldas, un pasado que lo ha convertido en alguien que sobrevive, en un muerto sin vida dentro de una vida que nunca le ha pertenecido. Con él nos sumergiremos en Eretz, el mundo de los serafines, en una guerra entre ángeles y quimeras que parece no tener fin y que se ha cobrado demasiadas vidas.
Aún con los pros y los contras, Hija de humo y hueso destaca dentro de su género. Tiene una ambientación coherente, el comportamiento de Karou es acorde a su carácter y los personajes no se agrupan en «buenos» o «malos», pues la guerra que enfrenta a estos dos pueblos tiene más matices que el siempre negro y blanco.
Cita del libro:
Érase una vez, antes de que existieran las quimeras y los serafines, el sol y las lunas. El sol estaba prometido en matrimonio con Nitid, la hermana brillante, pero era la recatada Ellai, siempre escondida tras su descarada hermana, a la que él deseaba. El sol se las ingenió para abalanzarse sobre ella mientras se bañaba en el mar, y la tomó. Ella luchó, pero él era el sol, y pensaba que tenía derecho a conseguir lo que quisiera. Ellai lo apuñaló y escapó, y la sangre del sol se derramó como chispas sobre la tierra, donde se convirtió en los serafines –hijos ilegítimos del fuego-. Y al igual que su padre, creyeron que tenían derecho a desear, tomar, y poseer.
En cuanto a Ellai, le contó a su hermana lo que había sucedido, y Nitid lloró, y sus lágrimas cayeron a la tierra y se convirtieron en las quimeras, hijos de la tristeza.
Érase una vez, antes de que existieran las quimeras y los serafines, el sol y las lunas. El sol estaba prometido en matrimonio con Nitid, la hermana brillante, pero era la recatada Ellai, siempre escondida tras su descarada hermana, a la que él deseaba. El sol se las ingenió para abalanzarse sobre ella mientras se bañaba en el mar, y la tomó. Ella luchó, pero él era el sol, y pensaba que tenía derecho a conseguir lo que quisiera. Ellai lo apuñaló y escapó, y la sangre del sol se derramó como chispas sobre la tierra, donde se convirtió en los serafines –hijos ilegítimos del fuego-. Y al igual que su padre, creyeron que tenían derecho a desear, tomar, y poseer.
En cuanto a Ellai, le contó a su hermana lo que había sucedido, y Nitid lloró, y sus lágrimas cayeron a la tierra y se convirtieron en las quimeras, hijos de la tristeza.
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